La Carlota
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La Carlota fundada en 1767 debido al interés del rey Carlos III por colonizar algunas zonas desérticas del valle del Guadalquivir y Sierra Morena. El marco legal para llevar a cabo esta empresa colonizadora lo constituyó el Fuero de las Nuevas Poblaciones de Andalucía, que estableció tres grandes zonas de colonización cuyas cabeceras serían La Carolina (Jaén), La Carlota (Córdoba) y La Luisiana (Sevilla). El objetivo de esta colonización fue doble: por una parte proteger el tránsito de diligencias poblando estas zonas desérticas que servían de refugio al bandolerismo, y por otra poner en explotación grandes zonas improductivas hasta entonces. El proyecto fue impulsado por dos grandes ilustrados: Campomanes y Pablo de Olavide, quien fue comisionado para llevar a cabo la colonización.
El reclutamiento de colonos que habitasen estas tierras le fue encargado al aventurero Juan Gaspar de Thurriegel, que trajo a España cerca de seis mil colonos católicos alemanes y flamencos, además de algunos catalanes y valencianos. Tal es el motivo de que aún subsistan apellidos y rasgos étnicos centroeuropeos entre sus habitantes. De aquellos 6.000 colonos se establecieron en la Carlota aproximadamente 1.600.
A la influencia francesa y de la Ilustración se debe el que administrativamente el municipio se dividiese en "departamentos", y no en aldeas, y que la Real Carlota fuese no solo la cabecera de su actual municipio, sino también capital de las colonias occidentales, que comprendían San Sebastián de los Ballesteros (Córdoba), Fuente Palmera (Córdoba) y La Luisiana (Sevilla). Por el mismo motivo el urbanismo de La Carlota es ortogonal, con calles que se cruzan perpendicularmente y dan lugar a manzanas regulares, que se extienden a ambos lados del Camino Real (luego carretera nacional IV) que llevaba desde Cádiz a Madrid.
Los primeros testimonios históricos que encontramos en La Carlota corresponden a la primera etapa de la existencia del hombre, el Paleolítico Inferior, desde hace aproximadamente 1 millón de años hasta hace unos 200.000 años. Se trata de herramientas muy toscas, fabricadas en piedra y usadas para funciones variadas como despedazar animales cazados o fabricar otros utensilios de madera o hueso. El hombre de estos momentos era errante y vivía en cuevas y chozas construidas con palos y ramaje.
Tras esta primera etapa de la historia carloteña, no encontramos restos hasta el periodo conocido como edad del Bronce (1.800 - 600 a. C), representado hasta el momento por un yacimiento arqueológico situado en Los Algarbes. En esta época el hombre ya es sedentario y ha empezado a domesticar animales y plantas, practicando así la agricultura y la ganadería. Además ha perfeccionado los utensilios, inventando la cerámica y la fundición del bronce.
A la Edad del bronce sigue la etapa ibérica (siglos VI-I a. C), de la que contamos con más información en nuestro municipio, concretamente con los yacimientos de Fuencubierta, Las Pinedas, El Arrecife y La Carlota.
Tras la cultura ibérica encontramos la romana, que ha dejado más de cincuenta asentamientos repartidos por todo nuestro municipio. El hábitat rural característico de esta época es la villa, especie de cortijo desde el cual se lleva a cabo la explotación de la tierra. Sin embargo, también había asentamientos cercanos a la Vía Augusta (actual carretera N-IV) dedicados al comercio y los servicios, como la parada viaria Ad Aras, donde los viajeros se detenían a repostar, comer y descansar.
Con la caída de Roma sobreviven los visigodos, de los que encontramos algunos testimonios muy escasos en sitios como Fuente Membrillar y Las Pinedas. Esta etapa se ve interrumpida por la invasión de los musulmanes, que permanecerán ocho siglos en la Península Ibérica. Aunque no han dejado muchos restos en el campo, contamos con algunos vestigios en Fuencubierta, Las Pinedas y Fuente Membrillar.
Hacia 1240 los cristianos expulsan a los musulmanes de la Campiña de Córdoba. Desde entonces comienza a configurarse nuestra sociedad actual. Entre 1250 y 1390 existe en las proximidades de La Carlota un poblado llamado Almazán, que, aunque se desconoce su ubicación, ha transmitido el nombre a nuestro principal cauce fluvial, el Arroyo Guadalmazán. Al final de la época medieval y principios de la moderna, durante el reinado de los Reyes Católicos, encontramos algunos yacimientos en Las Pinedas.
En los primeros siglos de la Edad Moderna (siglos XVI y XVII) aparecen constatados restos de ventas en nuestro término municipal, como la Venta del Arrecife, donde estuvo comiendo el rey de España Felipe IV en febrero de 1624 durante su viaje Madrid a Sevilla, y la de la Parrilla. También sabemos de algunas casas de la época, como las localizadas en Las Pinedas, La Carlota y otros lugares.
En el último tercio del siglo XVIII tiene lugar la conocida colonización carolina de nuestro término municipal, constituyendo este evento el origen inmediato del actual pueblo de La Carlota, aunque regido por una ley especial, el Fuero de Población, promulgado en 1767. En origen sólo existieron cinco de las diez aldeas actuales (Petit Carlota o Chica Carlota, Las Pinedas, Fuencubierta, El Garabato y Aldea de Beneguillas o Quintana). Para ello fueron traídos extranjeros de Centroeuropa - principalmente Alemania- y algunas personas de los pueblos de los alrededores de la Carlota. De esta época podemos ver importantes monumentos en nuestro pueblo, como el Molino Real, la plaza de Abastos, la real Posada, La iglesia o el Palacio de la subdelegación de la Intendencia de las Nuevas poblaciones de Andalucía, hoy sede del Ayuntamiento carloteño.
En el siglo XIX el municipio se va constituyendo al completo tal y como hoy lo conocemos; en 1835 se le retira a La Carlota el régimen especial que concedía el Fuero de Población, comenzando por tanto a funcionar administrativamente como un municipio normal. Además, poco a poco van surgiendo todas las aldeas actuales que no existían en el momento de la fundación: La Paz, El Rinconcillo, El Arrecife, Los Algarbes y Monte Alto.
El municipio de La Carlota ya era difícil de gobernar por tener diez núcleos de población además del pueblo matriz, por esa razón y debido a los escasos medios de locomoción que eran sólo a lomos de un burro, si el alcalde tenía que visitar una de las aldeas necesitaba la jornada, cosa que no era rentable. En vista de los acontecimientos, el alcalde llevó a pleno el nombramiento de una persona de confianza como representante de cada aldea y así nació la figura de alcalde pedáneo, siendo los primeros, los siguientes:
La Carlota a finales de siglo tenía 2 alfarerías, 4 barberías, 5 carpinterías, estación de ferrocarril, 5 herrerías, 2 fábricas de jabón, 2 posadas, 5 zapaterías 2 molinos de 2 prensas y 6 molinos de 1 prensa que molían holgadamente toda la aceituna del municipio y de varios pueblos limítrofes, en definitiva La Carlota del final de siglo era un pueblo industrial y comercial. En esta época sabemos que había en nuestro pueblo algunas industrias de chocolate, aceite, jabón, vino y destilerías. Pero sin duda una de las industrias más famosa de la historia carloteña fue la fábrica de harina, de finales de siglo, propiedad del Marqués de Santa Rosa y ubicada en el Arrecife, estando controlada por un técnico inglés llamado Walter Horner.
La feria de La Carlota con su fecha inamovible del 14 de septiembre traía a tratantes de toda la geografía española, destacando los valencianos con sus batas negras y largas le daban un buen sabor a la feria ganadera, una de las mejores de la campiña cordobesa.
En el siglo XX se construye la actual carretera Nacional IV, trazada aproximadamente sobre la antigua Vía Augusta, el rasifárabe, el arrecife moderno y el Camino Real de Madrid a Sevilla del siglo XVIII, con lo que el municipio toma ya definitivamente su actual fisonomía y configuración.
El reclutamiento de colonos que habitasen estas tierras le fue encargado al aventurero Juan Gaspar de Thurriegel, que trajo a España cerca de seis mil colonos católicos alemanes y flamencos, además de algunos catalanes y valencianos. Tal es el motivo de que aún subsistan apellidos y rasgos étnicos centroeuropeos entre sus habitantes. De aquellos 6.000 colonos se establecieron en la Carlota aproximadamente 1.600.
A la influencia francesa y de la Ilustración se debe el que administrativamente el municipio se dividiese en "departamentos", y no en aldeas, y que la Real Carlota fuese no solo la cabecera de su actual municipio, sino también capital de las colonias occidentales, que comprendían San Sebastián de los Ballesteros (Córdoba), Fuente Palmera (Córdoba) y La Luisiana (Sevilla). Por el mismo motivo el urbanismo de La Carlota es ortogonal, con calles que se cruzan perpendicularmente y dan lugar a manzanas regulares, que se extienden a ambos lados del Camino Real (luego carretera nacional IV) que llevaba desde Cádiz a Madrid.
Los primeros testimonios históricos que encontramos en La Carlota corresponden a la primera etapa de la existencia del hombre, el Paleolítico Inferior, desde hace aproximadamente 1 millón de años hasta hace unos 200.000 años. Se trata de herramientas muy toscas, fabricadas en piedra y usadas para funciones variadas como despedazar animales cazados o fabricar otros utensilios de madera o hueso. El hombre de estos momentos era errante y vivía en cuevas y chozas construidas con palos y ramaje.
Tras esta primera etapa de la historia carloteña, no encontramos restos hasta el periodo conocido como edad del Bronce (1.800 - 600 a. C), representado hasta el momento por un yacimiento arqueológico situado en Los Algarbes. En esta época el hombre ya es sedentario y ha empezado a domesticar animales y plantas, practicando así la agricultura y la ganadería. Además ha perfeccionado los utensilios, inventando la cerámica y la fundición del bronce.
A la Edad del bronce sigue la etapa ibérica (siglos VI-I a. C), de la que contamos con más información en nuestro municipio, concretamente con los yacimientos de Fuencubierta, Las Pinedas, El Arrecife y La Carlota.
Tras la cultura ibérica encontramos la romana, que ha dejado más de cincuenta asentamientos repartidos por todo nuestro municipio. El hábitat rural característico de esta época es la villa, especie de cortijo desde el cual se lleva a cabo la explotación de la tierra. Sin embargo, también había asentamientos cercanos a la Vía Augusta (actual carretera N-IV) dedicados al comercio y los servicios, como la parada viaria Ad Aras, donde los viajeros se detenían a repostar, comer y descansar.
Con la caída de Roma sobreviven los visigodos, de los que encontramos algunos testimonios muy escasos en sitios como Fuente Membrillar y Las Pinedas. Esta etapa se ve interrumpida por la invasión de los musulmanes, que permanecerán ocho siglos en la Península Ibérica. Aunque no han dejado muchos restos en el campo, contamos con algunos vestigios en Fuencubierta, Las Pinedas y Fuente Membrillar.
Hacia 1240 los cristianos expulsan a los musulmanes de la Campiña de Córdoba. Desde entonces comienza a configurarse nuestra sociedad actual. Entre 1250 y 1390 existe en las proximidades de La Carlota un poblado llamado Almazán, que, aunque se desconoce su ubicación, ha transmitido el nombre a nuestro principal cauce fluvial, el Arroyo Guadalmazán. Al final de la época medieval y principios de la moderna, durante el reinado de los Reyes Católicos, encontramos algunos yacimientos en Las Pinedas.
En los primeros siglos de la Edad Moderna (siglos XVI y XVII) aparecen constatados restos de ventas en nuestro término municipal, como la Venta del Arrecife, donde estuvo comiendo el rey de España Felipe IV en febrero de 1624 durante su viaje Madrid a Sevilla, y la de la Parrilla. También sabemos de algunas casas de la época, como las localizadas en Las Pinedas, La Carlota y otros lugares.
En el último tercio del siglo XVIII tiene lugar la conocida colonización carolina de nuestro término municipal, constituyendo este evento el origen inmediato del actual pueblo de La Carlota, aunque regido por una ley especial, el Fuero de Población, promulgado en 1767. En origen sólo existieron cinco de las diez aldeas actuales (Petit Carlota o Chica Carlota, Las Pinedas, Fuencubierta, El Garabato y Aldea de Beneguillas o Quintana). Para ello fueron traídos extranjeros de Centroeuropa - principalmente Alemania- y algunas personas de los pueblos de los alrededores de la Carlota. De esta época podemos ver importantes monumentos en nuestro pueblo, como el Molino Real, la plaza de Abastos, la real Posada, La iglesia o el Palacio de la subdelegación de la Intendencia de las Nuevas poblaciones de Andalucía, hoy sede del Ayuntamiento carloteño.
En el siglo XIX el municipio se va constituyendo al completo tal y como hoy lo conocemos; en 1835 se le retira a La Carlota el régimen especial que concedía el Fuero de Población, comenzando por tanto a funcionar administrativamente como un municipio normal. Además, poco a poco van surgiendo todas las aldeas actuales que no existían en el momento de la fundación: La Paz, El Rinconcillo, El Arrecife, Los Algarbes y Monte Alto.
El municipio de La Carlota ya era difícil de gobernar por tener diez núcleos de población además del pueblo matriz, por esa razón y debido a los escasos medios de locomoción que eran sólo a lomos de un burro, si el alcalde tenía que visitar una de las aldeas necesitaba la jornada, cosa que no era rentable. En vista de los acontecimientos, el alcalde llevó a pleno el nombramiento de una persona de confianza como representante de cada aldea y así nació la figura de alcalde pedáneo, siendo los primeros, los siguientes:
La Carlota a finales de siglo tenía 2 alfarerías, 4 barberías, 5 carpinterías, estación de ferrocarril, 5 herrerías, 2 fábricas de jabón, 2 posadas, 5 zapaterías 2 molinos de 2 prensas y 6 molinos de 1 prensa que molían holgadamente toda la aceituna del municipio y de varios pueblos limítrofes, en definitiva La Carlota del final de siglo era un pueblo industrial y comercial. En esta época sabemos que había en nuestro pueblo algunas industrias de chocolate, aceite, jabón, vino y destilerías. Pero sin duda una de las industrias más famosa de la historia carloteña fue la fábrica de harina, de finales de siglo, propiedad del Marqués de Santa Rosa y ubicada en el Arrecife, estando controlada por un técnico inglés llamado Walter Horner.
La feria de La Carlota con su fecha inamovible del 14 de septiembre traía a tratantes de toda la geografía española, destacando los valencianos con sus batas negras y largas le daban un buen sabor a la feria ganadera, una de las mejores de la campiña cordobesa.
En el siglo XX se construye la actual carretera Nacional IV, trazada aproximadamente sobre la antigua Vía Augusta, el rasifárabe, el arrecife moderno y el Camino Real de Madrid a Sevilla del siglo XVIII, con lo que el municipio toma ya definitivamente su actual fisonomía y configuración.
Ciudades cercanas:
Coordenadas: 37°40'8"N 4°56'8"W
- Baena 53 km
- Lora del Río 53 km
- El Saucejo 67 km
- Campillos 68 km
- Partido Rural Jaboneros 107 km
- Prado del Rey 110 km
- Alhaurín el Grande 115 km
- Torremolinos 118 km
- Rincón de la Victoria 119 km
- Ubrique 119 km
- Término municipal de La Carlota 0.5 km
- Urbanización Las Lomas del Rey 1.8 km
- Término municipal de La Rambla 5.7 km
- Término Municipal de Guadalcázar 10 km
- Villar 11 km
- Término Municipal de Fuente Palmera 15 km
- Extensión aproximada de la ciudad romana de Astigi (Ecija) 19 km
- Polígono Industrial La Campiña 22 km
- Abengoa Solar Écija 22 km
- Término Municipal de Palma del Río 30 km
Término municipal de La Carlota
Urbanización Las Lomas del Rey
Término municipal de La Rambla
Término Municipal de Guadalcázar
Villar
Término Municipal de Fuente Palmera
Extensión aproximada de la ciudad romana de Astigi (Ecija)
Polígono Industrial La Campiña
Abengoa Solar Écija
Término Municipal de Palma del Río