Palacio Arzobispal (Alcalá de Henares) | cultural heritage / national heritage (en), sitio interesante, edificio catalogado

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El famoso polígrafo Benito Arias Montano, doctor en lenguas semíticas, consejero de Felipe II, bibliotecario mayor en la Real Biblioteca del Escorial y laureado en la Universidad alcalaína, escribió unos versos que bien pueden servir de inspiración a quien visite el Palacio Arzobispal: «Tanto nombre mi lengua, y mi sentido / Con nueva voz celebre, y nuevo aliento, / Y en la tierra, y el mar sea aplaudido / Por los nuestros, y extraños; pues sin cuento / En sí virtud encierra y don subido; / Y es del hombre salud, vida y contento, / Porque al mundo entre vicios sepultado / Levanta a nuevo ser, y nuevo estado» («Voto de Arias Montano a Cristo», Humanae Salutis Monumenta. Monumentos de la salud del hombre desde la caída de Adán hasta el Juicio Final, versión de Benito Feliú de San Pedro, Madrid,

Editorial Swan, 1984, pp. 317-318). Discúlpesenos este comienzo tan hermético, pero la edificación aquí comentada merece un ánimo semejante, proclive al recogimiento y al misterio.


¿Cuál es el motivo de ese afán evocador? Bien sencillo. En agosto de 1939 un incendio destruyó la práctica totalidad del palacio. Con ello, se perdió también la documentación del Archivo Central del Reino, así como una colección artística de incalculable valor.

Tan sólo han llegado hasta nuestros días las fachadas norte y este, testimoniando en su firmeza pasadas glorias: desde los nacimientos de la hija menor de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón, y del emperador Fernando I, hijo de Juana la Loca, hasta la firma del Tratado de Alcalá y la primera entrevista entre Sus Majestades Católicas y el descubridor de América, Cristóbal Colón.


La historia de este bellísimo conjunto arquitectónico reúne a muchos de los artistas y personajes influyentes de la villa. El arzobispo don Ximénez de Rada ordenó en 1209 el comienzo de los trabajos de construcción. Diseñado a la manera de una fortaleza mudéjar, perdió esas trazas a causa de un incendio.

La reconstrucción gestionada por el arzobispo don Pedro Tenorio fortificó los viejos muros y dispuso la realización de un amplio patio de armas de planta rectangular, custodiado por una muralla dilatada por veintiún torreones defensivos. Aún se conserva el llamado Torreón de Tenorio, que nos recuerda la figura del Prelado español, arcediano de Zaragoza, obispo de Coimbra y arzobispo de Toledo.

El cisma de 1378 entre los papas Urbano VI y Clemente VII lo llevó a organizar un concilio en Alcalá, para decidir una opción española al respecto. Curiosamente, el primer concilio provincial se había llevado a cabo en este mismo lugar, el 11 de diciembre de 1325.

En el siglo XV, don Juan Martínez Contreras elaboró los planes de ampliación que dieron lugar al costado oriental, el antesalón y el salón de concilios, hoy desaparecido. Por encargo del arzobispo don Alonso de Fonseca, Alonso de Covarrubias inició en 1524 la edificación del ala occidental.

Covarrubias había nacido en la localidad toledana de Torrijos en 1488, y murió el 11 de mayo de 1570 en Toledo. En 1534 fue nombrado Maestro mayor de la Catedral y Diócesis de Toledo. Con esta responsabilidad sobre sus espaldas, proyectó en 1535 la fachada, las dos galerías del patio central, las escaleras y los jardines del Palacio alcalaíno. Sin duda, aquella fachada destacaba por sus dos pisos de ventanas —las inferiores adinteladas y las superiores de medio punto—, dispuestos con maestría. Al suceder a Fonseca el cardenal Tavera, los trabajos que aún no habían sido concluidos se llevaron a buen fin.


La historia de este bellísimo conjunto arquitectónico reúne a muchos de los artistas y personajes influyentes de la villa. El arzobispo don Ximénez de Rada ordenó en 1209 el comienzo de los trabajos de construcción. Diseñado a la manera de una fortaleza mudéjar, perdió esas trazas a causa de un incendio. La reconstrucción gestionada por el arzobispo don Pedro Tenorio fortificó los viejos muros y dispuso la realización de un amplio patio de armas de planta rectangular,

custodiado por una muralla dilatada por veintiún torreones defensivos. Aún se conserva el llamado Torreón de Tenorio, que nos recuerda la figura del Prelado español, arcediano de Zaragoza, obispo de Coimbra y arzobispo de Toledo.

El cisma de 1378 entre los papas Urbano VI y Clemente VII lo llevó a organizar un concilio en Alcalá, para decidir una opción española al respecto. Curiosamente, el primer concilio provincial se había llevado a cabo en este mismo lugar, el 11 de diciembre de 1325.

En el siglo XV, don Juan Martínez Contreras elaboró los planes de ampliación que dieron lugar al costado oriental, el antesalón y el salón de concilios, hoy desaparecido. Por encargo del arzobispo don Alonso de Fonseca, Alonso de Covarrubias inició en 1524 la edificación del ala occidental. Covarrubias había nacido en la localidad toledana de Torrijos en 1488, y murió el 11 de mayo de 1570 en Toledo. En 1534 fue nombrado Maestro mayor de la Catedral y Diócesis de Toledo. Con esta responsabilidad sobre sus espaldas, proyectó en 1535 la fachada, las dos galerías del patio central, las escaleras y los jardines del Palacio alcalaíno.

Sin duda, aquella fachada destacaba por sus dos pisos de ventanas —las inferiores adinteladas y las superiores de medio punto—, dispuestos con maestría. Al suceder a Fonseca el cardenal Tavera, los trabajos que aún no habían sido concluidos se llevaron a buen fin.

Lauda romana reutilizada en la construcción del Torreón de Tenorio.
Vista del Palacio Arzobispal desde la Plaza del Palacio.

Una de las cuestiones que más llama la atención es el rico ornamento de cada uno de los rincones palaciegos. El Patio de Fonseca o de Covarrubias, de planta rectangular, ofrecía ejemplos hermosísimos de filigrana plateresca. Con idéntico propósito decorativo, la escalera lucía almohadillado con bajorrelieves.

Al Patio de la Fuente lo circundaban tres crujías. Por el contrario, el Patio del Aleluya contaba con una sola crujía, y ese tránsito quedaba resuelto mediante una serie de arcos platerescos. Igualmente bellos eran la Fachada del Ave María, diseñada según las directrices del estilo herreriano, y el jardín del Vicario. Tan admirable composición, por desgracia, sólo admite un recorrido virtual, fruto de añejos documentos.

Desde que la guerra civil acabó con buena parte del conjunto, la fachada principal, de estilo renacentista, aún invita a soñar con una restauración que vuelva a dar forma a los tesoros perdidos. Afortunadamente, desde que en 1991 Alcalá recuperó su obispado, el Palacio comenzó a ser objeto de muy atinadas reformas.
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Coordenadas:   40°28'55"N   3°22'17"W
Este artículo fue modificado por última vez hace 4 años