Barrio San Eduardo

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Hace 35 años nacía uno de los más antiguos y populosos barrios de Luzuriaga (Maipú). Se trata del San Eduardo, una barriada donde los vecinos trabajan todos los días por su comunidad.

Escuela, centro cultural, plaza y comercios de "toda la vida" son algunas de sus características.

El crecimiento urbano de la zona de la calle Francisco Gabrielli (carril Urquiza) en Maipú ha sido notable en los últimos años. Sin embargo, en el San Eduardo los vecinos y comercios aún son los mismos que llegaron cuando se formó el barrio en 1975. Además de ser uno de los históricos, es también uno de los más populosos con sus 578 casas.

Desde Gabrielli hasta General Recabarren y desde Dorrego hasta Alsina, se extiende el San Eduardo, cuyo nombre proviene, según los vecinos, de quien fuera dueño de las fincas donde se instaló la barriada ya que fue aquél hombre quien solicitó que se lo denominara así.

"No teníamos todos los servicios y tampoco teníamos medianeras. De a poco con las distintas uniones vecinales se fue avanzando bastante porque todas han ido trabajando para que el barrio creciera", contó Marta Todaro de Rossa (62), integrante de la unión vecinal y directora del "Centro Cultural Resplandor".

Compuesto en su mayoría por trabajadores de clase media, los vecinos accedieron a sus viviendas a través del Banco Hipotecario. "En el barrio vive mucha gente. Me acuerdo que cuando llegué yo tenía vecinos que tenían entre 10 y 11 chicos", contó Ester (55) "pero todos me conocen por 'Pupi'", aclaró la vecina.

De acuerdo a lo que cuentan, este barrio, en principio, iba a ser destinado para casas de fin de semana para militares. Tal vez de allí provenga que la barriada tiene entre sus particularidades que todas sus calles llevan nombres relacionados con lo militar: Expedicionarios Mendocinos, Conquista del Desierto, Fortín San Martín, Teniente General Rufino Ortega, entre otras.

Entre las calles Day y Taboada y entre Ortega y Coronel Torres se encuentra la plaza donde aún se erige un enorme tanque de agua que servía para abastecer a todo el barrio cuando los vecinos no tenían agua corriente. En este espacio verde se halla también una imagen de la Virgen de Schoenstatt, que fue colocada por los propios vecinos.

Dos importantes logros son el orgullo de los vecinos del San Eduardo: uno de ellos es el "Centro Cultural Resplandor"; el otro es la escuela primaria. Esta última fue producto de la lucha de muchos años.

"La escuela se fue pidiendo desde 1978", contó Ester y agregó que el nombre de "Maestra Elida Rubio de Berdasco" fue elegido por toda la comunidad en honor a esta docente del barrio que bregó por tener el colegio.

La institución, fundada el 25 de marzo de 1999, atiende a aproximadamente 400 alumnos y, de acuerdo a lo que contaron desde la escuela, aún trabajan allí las mismas maestras que están desde su nacimiento.

Otras instituciones que completan el mapa barrial son, en materia eclesiástica, la iglesia María Madre de la Iglesia, que está situada junto a la Comisaría 54º en calle Francisco Gabrielli.

El otro de los logros es el del centro cultural que funciona en la esquina de Saturnino Torres y Taboada. Desde hace 14 años éste es también "otro de los espacios verdes del barrio" según coinciden las vecinas. Su presidenta, Marta Todaro de Rossa, a pesar de sufrir una lamentable enfermedad, trabaja gratis todos los días en el lugar que siempre soñó.

"El centro cultural nació por necesidad de la gente. Nosotros hicimos una encuesta porque ese salón estaba todo roto y pertenecía a la unión vecinal porque lo habían hecho otras comisiones antes. Y un grupo de mujeres nos propusimos hacer algo con eso, porque ¿para qué tener ese salón tan lindo sin poder ocuparlo? Entonces hicimos una encuesta entre los vecinos tirando papeles en los que preguntábamos qué preferían que hubiera y nos dijeron: un centro cultural.

Empezamos con 4 ó 5 cursos y ahora tenemos 36", explicó Marta.

Unas 250 personas concurren a este espacio que recibe no sólo a vecinos del San Eduardo.

"Pienso que he tenido suerte porque este lugar es un punto de encuentro donde vienen de varios barrios y hay variados cursos. Yo trato en lo posible de que sea la gente mayor la que más disfrute", contó la presidenta del centro cultural.

Marta recordó que cuando se puso al frente del centro cultural su idea era que éste fuera un espacio que ayudara a las personas a encontrar una salida laboral. "Pero más allá de todo eso que pensé fue mucho más importante el punto de encuentro.

Porque es un lugar donde todo el mundo se conoce, donde todo el mundo se ayuda; se han hecho muchas amistades. Es un punto de encuentro más allá de todo lo que se pueda aprender", reflexionó la vecina.

Esta situación de amistad y solidaridad no se da sólo en el centro cultural sino que se extiende a toda la barriada. "El barrio se ha mantenido y ha crecido mucho también. Yo no me voy porque los vecinos que tengo son una maravilla, son todos muy solidarios", comentó Ester; mientras que Mirta de Cogliati, que llegó hace 15 años, añadió: "No son vecinos; son realmente una familia. Cuando falleció mi hijo todos estuvieron presentes".

Finalmente, Marta de Rossa resumió: "Acá no somos de estar metidos todo el día en la casa del otro pero cuando se necesita la gente está; estamos más en las malas que en las buenas".

Los comercios "de siempre"

"La Farmacia Santiago, la verdulería El Ángel, Don Paco (el verdulero ambulante), la Confitería Cristian y la fábrica de pastas están desde siempre", coincidieron casi a coro las vecinas del barrio.

Se trata de una serie de comercios que llegaron todos hace unos 30 años y que son una de las partes constitutivas del San Eduardo. Norma Yunes, propietaria de farmacia "Santiago", ubicada en la esquina de Ortega y Gabrielli, contó que fundó su comercio hace 33 años.

"Tenemos muy buena relación con todos los vecinos. Si no, no hubiéramos durado tanto tiempo", comentó la farmacéutica.

Por su parte, Laura Careddu, de la fábrica de pastas "La Familia", en la esquina de Gabrielli y Conquista del Desierto, afirmó que ellos están desde hace 35 años. "Mi papá compró este local porque siempre le gustó Maipú, pero en aquellos años este lugar era inhóspito, no había nada, ni siquiera tenía luz este barrio".