Facinas
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Cuenta con una población de 1.302 habitantes. Representa la zona rural y forestal del municipio de Tarifa, siendo cabecera de las Dehesas de Facinas-Saladavieja y enclavados cercanos como el Pedregoso, Los Tornos, Las Cabrerizas, Saladavieja y Saladaviciosa, cuya superficie se acerca a los 30 km2.
Facinas se encuentra en el extremo suroccidental de las Cordilleras Béticas, en la falda noroeste de la Sierra de Saladaviciosa, que junto a las sierras de Fates y Enmedio forma una cadena montañosa situada en el corazón del T.M. de Tarifa; y de cara a la depresión de la hoy desecada Laguna de la Janda.
Las evidencias más antiguas (hachas de mano, cuchillos, etc), indican que este territorio es recorrido y habitado por bandas de homínidos desde el Paleolítico Inferior (hace unos 18.000 años). De este periodo se encuentran pinturas rupestres en las proximidades de la localidad, concretamente en la Cueva de las Palomas I y en la Cueva del Moro.
Pinturas en la Cueva de las Palomas I
Posteriormente (Edad de los Metales), estos antiguos pobladores levantaron en Facinas sus construcciones funerarias y culturales, conservándose en la actualidad tres dólmenes y un menhir.
De la época romana tenemos el nombre del pueblo, Facinas, que deriva bien del latín “Fascinas” (montón de haces de trigo), bien del nombre propio “Faucius” o “Faucio”, al que añadido el sufijo –ana significa “propiedad privada perteneciente a Faucio”. Existen a su vez varias tumbas labradas sobre arenisca, muy comunes en la región, pertenecientes a los momentos finales de este Imperio.
Tumbas antropomorfas
La referencia escrita más antigua que se conoce data de 1154, cuando el geógrafo ceutí Al Idrisi menciona entre Algeciras y Medina Sidonia la alquería Faisana “con zoco y una población considerable”. Dos siglos más tarde (1344), Alfonso XI habla en el “Libro de la Montería de los Vallejos” de Feçina.
En la Edad Moderna, existe un documento de 1759 donde dice que “la capilla o ermita presenta una situación ruinosa”. Reedificada en 1830, pasará a denominarse a partir de entonces Iglesia de la Divina Pastora. Adquirió su independencia como parroquia en 1943, quedando desvinculada de la Iglesia Mayor de San Mateo de Tarifa.
Fachada Iglesia Divina Pastora (S. XVIII) Molino de Agua (S. XIX)
Durante el siglo XIX, la explotación de los recursos de los montes públicos y los grandes latifundios atrajeron a un buen contingente de jornaleros a la zona. Destacó la producción de trigo con el que se amasaba el pan “macho”, llamado así por su color oscuro, en los molinos maquilleros (aprovechan la fuerza del agua que cae por una atarjea), de los que no funcionan en la actualidad ninguno de los seis existentes.
Desde que se tienen datos históricos en la época contemporánea, Facinas ha sido una aldea perteneciente al Ayuntamiento de Tarifa, por lo que fue administrada por esta tanto política como económicamente. En Diciembre de 1990 se constituyó como Entidad Local Menor, adquiriendo cierta autonomía del Ayuntamiento matriz. Desde ese momento el pueblo elige a su representante y a través de una Junta Vecinal se tiene la posibilidad de participar en las decisiones que repercutan en su desarrollo.
Facinas ha sido un pueblo de tradición eminentemente agroganadera, en la actualidad los principales ejes de su economía son la hostelería, la construcción y las diversas labores de mantenimiento y explotación de los montes públicos (leña y corcho) del P.N. de los Alcornocales; teniendo una apuesta importante por el turismo, tanto rural como costero.
Sobre los orígenes históricos de Facinas
Juan José Álvarez Quintana
INTRODUCCIÓN
La inexistencia de investigaciones sobre el pasado de Facinas contribuyó al surgimiento de dos hipótesis acerca de su nacimiento, atribuido bien a los repobladores cristianos llegados tras la toma de Tarifa, bien a ciertos temporeros malagueños que acabarían asentándose y fundando el núcleo (1).
No obstante, a raíz de la labor realizada por Gaspar Cuesta Estévez a comienzos de los años noventa (1), se observa un enriquecimiento notable de este panorama. Él se ocupa de dos topónimos estrechamente relacionados con la población: el propio nombre de ésta y el que recibe el sector "más horizontal" de la misma: Vico. Basándose en la etimología de este último Cuesta apunta la presencia de población en el lugar ya en la Antigüedad. Propuesta que complementa por la cercanía a una vía clásica procedente de Algeciras y más concretamente al desvío de la misma que se dirigía a Baelo Claudia.
Por su parte, al analizar el topónimo Facinas presenta dos referencias al lugar en documentos datados en 1154 y 1344 (obras del ceutí Al Idrisi y Libro de la Montería de Alfonso XI respectivamente), referencias a partir de las cuales se abren unas perspectivas de sumo interés. Se contempla de un lado la existencia de un enclave medieval anterior a la reconquista de Tarifa. De otro, podemos inferir que la reconquista no ocasiona la despoblación del núcleo al menos hasta 1344.
Este breve pero alentador discurso es el motor de un trabajo que venimos confeccionando en los últimos años. No obstante, en estas páginas nos centraremos exclusivamente en aquellos indicios a partir de los cuales podemos situar hoy día los orígenes históricos de la población (2).
Abordar el análisis de los documentos medievales y especialmente la problemática existente en torno a la relación de Facinas con la alquería idrisiana, ha sido una labor ardua cuyos resultados esperamos presentar en breve.
LA ANTIGÜEDAD: VICO Y FACINAS
A diferencia de lo que ocurrirá en la Edad Media, no contamos con ninguna referencia documental a la población para este momento. Los elementos a partir de los cuales se ha apuntado la existencia de población en el lugar durante la Antigüedad, son los presentados y estudiados por Gaspar Cuesta Estévez. El filólogo tarifeño ve en Vico un indicio en cuanto a la existencia de "algún tipo de poblamiento romano, visigótico o mozárabe", estableciendo una relación directa con una de las modalidades de poblamiento rural romano: el vicus. Aunque todavía no se han realizado trabajos arqueológicos mediante los cuales contrastar sus hipótesis como él mismo plantea, creemos que existen elementos toponímicos y arqueológicos capaces tanto de apoyar su viabilidad como de abrir nuevos caminos a la investigación.
Comenzando con la toponimia, un refrendo a estas propuestas lo encontramos en las palabras de quienes han apuntado el origen latino del topónimo Facinas. El propio Cuesta Estévez se pronuncia al respecto (3), tal y como previamente hicieron Amado Alonso (4) y García de Diego López (5). La posible existencia en ese caso de dos topónimos que tienen su origen en la Antigüedad (Vico y Facinas) y que designan a solares yuxtapuestos, nos ha llevado a barajar diversas hipótesis. Pero antes de plantearlas vamos a realizar algunas precisiones en torno al origen del topónimo Facinas.
Juan Quero González (6) lo hace derivar de hacina (haz de trigo) y apunta como grafía correcta "Fascina". Cuesta se hace eco de dicha hipótesis, proponiendo como teoría más lógica la derivación a partir de "FASCINAS" (montones de haces de trigo). Estos planteamientos, aun con toda su coherencia, creemos que están doblemente condicionados por la relación que estableció el Hno. Leandro Olalla entre Facinas y el pueblo burgalés Hacinas (7). Así, tras cotejarse ambas propuestas (en cuanto al étimo de los topónimos) y reforzarse por tanto la idea de Juan Quero, parecen desestimarse otras alternativas. Por otra parte, detrás del eco de tal hipótesis puede existir una clara intencionalidad de relacionar el étimo del topónimo y el nacimiento de la población, con la importancia de la agricultura cerealista y la actividad panadera en Facinas, fosilizada la del pasado en la existencia de cinco molinos de agua ya abandonados.
Dejando por tanto a un lado estos elementos que consideramos condicionantes, decidimos buscar otras alternativas al étimo apuntado por dichos autores, hallando una respuesta distinta al establecer una hipotética relación entre la terminación del topónimo Facinas y el sufijo -ana (8), que en latín denota pertenencia o posesión. En esta línea cabía pensar que el origen del topónimo se encontraba en un antropónimo y rastreando la suerte de topónimos similares hallamos dos casos en la provincia de Granada. El primero de ellos nos lo ofrece Seco de Lucena Paredes (9), quien recoge el topónimo "Faucena" (cortijada del término municipal de Iznalloz). Este autor se limita a decir que es versión árabe de otro anterior, siendo Menéndez Pidal quien al tratar dicho topónimo reproduzca la idea de Schulze de ver su origen en el antropónimo "Faucius" (10). Peinado Santaella nos ofrece las distintas grafías con que aparece en documentos medievales y modernos, siendo de gran interés en relación al caso que estamos estudiando: Faucena, Fauzina, Favzina, Fazina y Fanzina (11). El segundo de los topónimos granadinos en cuestión es "Faugena". Asenjo Sedano, quien lo hace derivar de "Faucius", apunta como su grafía antigua era "Fauçena" (12).
La investigación sobre el origen del topónimo Facinas, nos lleva pues a situar el étimo en el antropónimo "Faucius" (circunstancia que hacemos extensible al caso de Hacinas). En este u otro contexto, está claro que la conservación de la f-inicial se debe a que la llegada de los cristianos a la región no se produjo hasta finales del siglo XIII.
¿Hubo dos núcleos poblacionales de hispanorromanos en el solar que ocupa hoy Facinas, como puede pensarse ante la existencia de dos topónimos latinos? La respuesta a esta cuestión no es nada fácil, porque si de un lado la arqueología aún no ha comenzado a incidir en la investigación, de otro nos estamos moviendo en dos planos temporales distintos: nuestro presente, totalmente concreto y el "pasado", sin que puedan realizarse mayores precisiones.
La existencia de dos topónimos relativos a lugares muy cercanos, nos lleva a pensar sin embargo en una relación de complementariedad: ¿acaso han quedado fosilizadas dos dimensiones de una misma realidad, la parte material del asentamiento (a la que haría alusión el topónimo Vico) y la denominación de dicho enclave (derivación de la cual sería el actual nombre del pueblo)?
Si bien no es posible abordar esta hipótesis desde la certeza de la sincronía, es muy interesante observar la relación espacial que se percibe hoy día. Actualmente el topónimo Facinas se solapa al de Vico. Por ello, si la relación propuesta realmente existía en la Antigüedad, la dislocación espacial actual sería el reflejo de un traslado poblacional junto al cual se produjo el traslado de la propia denominación del asentamiento original.
¿Puede perfilarse en cualquier caso el carácter de este supuesto enclave original a la luz de la toponimia? Cuesta Estévez plantea una clara posibilidad al respecto cuando habla de la existencia de un vicus. Ciertamente podríamos estar ante un vicus cuya denominación hiciese referencia a su fundador (vicus Fauciana) y situado en uno de los pagus de Baelo Claudia.
El vicus es una modalidad de poblamiento menor de la que se han diferenciado varios tipos partiendo de la Historiografía clásica. De tal modo, es muy difícil precisar el carácter de un núcleo como el que estamos intentando analizar sin contar con fuentes escritas referidas al mismo. El tamaño de un vicus podía ser muy variable, pudiendo tratarse bien de una agrupación de casas, bien de un poblamiento más o menos disperso.
La conservación del topónimo Vico puede indicar que efectivamente no se trataba de una villae dentro de un fundus o propiedad privada, hipótesis esta que sí podría barajarse a la luz de la existencia del topónimo "Arroyo de Facinilla" a unos 1.500 m. del pueblo (13). ¿Procede la denominación de este arroyo del nombre de una villae cercana y enclavada en el fundus de Faucius?
Volviendo a la cuestión de Facinas y Vico, existen indicios arqueológicos muy interesantes que avalan la presencia de hispanorromanos en el lugar: las tumbas antropomorfas talladas en arenisca. Uwe Topper (14) relaciona tales estructuras con el arte rupestre. Nosotros sin embargo no creemos que exista una relación más allá de la proximidad espacial ciertamente detectable en algunos casos. Hablar de una relación temporal y cultural sobre la base de la proximidad, es negar que en un territorio quedan plasmadas las huellas de gentes y culturas distintas. ¿Cómo se explicará si no dentro de mil años la presencia de restos del presente en las ruinas romanas de Casas de Porro sobre las que aparcan los windsurfistas? Si es que para entonces se conservan, claro.
Estas sepulturas no pueden relacionarse por más tiempo con una coyuntura que no sea la crítica que envolvía al imperio romano de Occidente. Romero de Torres dice haber hallado cerámica romana en algunas de estas sepulturas (15) y es probable que en ocasiones se cubrieran con tégulas (16). Lo cierto es que su presencia en las cercanías de Facinas supone de entrada un complemento a la hipótesis de la existencia de un poblamiento durante la Antigüedad en el lugar, llámese en este caso concreto tardorromano, visigótico, de la Antigüedad Tardía, Tardo-antiguo o Alto-medieval.
La ubicación de dichas tumbas resulta muy interesante, porque sólo una de ellas se halla cercana a Vico. El resto se encuentran diseminadas en los comienzos de la falda de la sierra, cuando junto a la más próxima a Vico existen rocas aparentemente aptas que no se trabajaron. Este hecho puede reforzar la hipótesis de un traslado poblacional previo a la llegada de los musulmanes. El problema es que la distancia que separa a estas tumbas de los asentamientos con los que pueden relacionarse es muy variable y por tanto no puede plantearse con total garantía que estas estructuras denoten una ocupación poblacional anterior a la llegada de los musulmanes en la parte superior de la falda de la sierra. Es decir, habría que demostrar la existencia de otros usos en este sector más allá de las actividades funerarias y agropecuarias durante los siglos de dominio romano. No obstante, tanto la búsqueda de mejores defensas naturales como la progresiva implantación de economías autárquicas, son circunstancias que pueden explicar la aparición de este tipo de hábitat más serrano a finales de la Antigüedad.
Otro punto destacado a la hora de hipotetizar la existencia de un enclave clásico en Facinas, elemento que contempla Gaspar Cuesta Estévez a la hora de formular su hipótesis sobre Vico, es el discurrir de la calzada romana de interior procedente de la Bahía de Algeciras. Para Gonzalo Arias se trataría de la vía Heraklea o vía VI del Itinerario de Antonino (recopilación de caminos que data de la última década del siglo III d. C.). Según este investigador discurriría al norte de las sierras de Saladavieja, Ojén y Luna (17), continuando luego en dirección norte. Desde dicha vía saldrían empalmes para Baelo y Mellaria, circunstancia en la que se apoya Cuesta Estévez para contrastar su hipótesis.
Frente a dichos investigadores Ramón Corzo Sánchez y Margarita Toscano San Gil (18) opinan que la vía VI discurre cerca de la línea de costa. No obstante, contemplan la existencia de una calzada interior procedente de Algeciras y sitúan como Gonzalo Arias un cruce de caminos cerca de Facinas (19).
En definitiva, la cercanía del núcleo a la vía de comunicación es ciertamente un elemento clave para comprender la existencia de un vicus antes que una villae, en el lugar hoy llamado Vico. ¿Pero es una circunstancia que amortigua per se el impacto de una hipótesis alternativa a la expresada sobre la existencia de dos topónimos de etimología latina y según la cual cabría contemplar la existencia paralela de un vicus cuyo nombre no ha llegado a nuestros días y de una villae situada en la parte superior de la falda de la sierra, cuya denominación hacía referencia al titular del fundus en el que se encontraba (Faucius = Fauciana)?
En el futuro habrá que desestimar pues una de estas dos posibilidades en torno al carácter del poblamiento durante la Antigüedad:
1.- Existencia de un núcleo original en Vico cuya denominación hacía referencia a su fundador y localizado dentro de un pagus que comprendía un enclave menor cerca del Arroyo de Facinilla.
2.- Coexistencia de un vicus de nombre desconocido localizado en Vico y de un fundus cercano cuyo centro era la "villae Fauciana" pero que comprendía al menos una villae de menores dimensiones (Faucianilla).
La hipótesis del traslado poblacional está supeditada a la opción que habrá de validarse. No obstante, es lógico pensar que cuando estemos en disposición de contrastar estas hipótesis habrá que tener en cuenta condicionantes que hoy día no pueden barajarse sin correr el riesgo de caer en divagaciones imprecisas.
CONCLUSIONES
Hemos visto que las evidencias más antiguas acerca de la presencia de población en época histórica, hay que buscarlas efectivamente en la toponimia menor a falta de estudios de carácter arqueológico. Sólo desde la Arqueología podremos conocer la forma de vida de estos antiguos pobladores del entorno y, sin duda, llegar a saber si realmente se trataba de una fundación ex novo o por el contrario existía un enclave indígena en el lugar.
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA
(1) CUESTA ESTÉVEZ, G. J. "Notas sobre microtoponimia del término de Tarifa (con valor histórico y arqueológico)". Actas de las II Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar. En Almoraima, nº 9. Mayo 1993. pp. 111-121.
(2) Agradezco a mi amigo José Antonio Pomares Valencia el impulso para sentarme de una vez por todas y crear un discurso más o menos coherente sobre la materia. Algunas de las hipótesis expuestas tanto aquí como en futuros trabajos, nacieron tras horas de desesperantes debates entre ambos debido al enorme componente especulativo de los contenidos. Y como no podía ser de otra forma quiero expresar mi sincero reconocimiento a Gaspar Cuesta Estévez. No es difícil ver en los caminos abiertos por sus trabajos el origen de muchas de las hipótesis que se expondrán tanto en estas como en otras páginas.
(3) CUESTA ESTÉVEZ, G. J. Opus cit. Nota 1. p. 115.
(4) AMADO ALONSO. "Las correspondencias arábigo-españolas en los sistemas de sibilantes". Revista de Filología Hispánica, nº VIII. Buenos Aires, 1946. p. 56. Habla de la conservación del término romano en boca de hispanomusulmanes.
(5) GARCÍA DE DIEGO LÓPEZ, V. Toponimia de la zona de Jerez de la Frontera. Publicaciones del Centro de Estudios Históricos Jerezanos. Jerez, 1972. En la página 59 dice: "Estimamos mozárabe la conservación de la f- (inicial), así: Facinas...".
(6) QUERO GONZÁLEZ, J. FACINAS. Historia de Facinas y campiña de Tarifa, según Juan Quero. Tarifa, 1997. pp. 31 y 32. Aunque dicha hipótesis ya la observa en la década de los ochenta, según vemos en estas páginas. Es esta obra un entrañable discurso, en el que la propia vida del autor se nos antoja capítulo de la Historia de Facinas.
(7) OLALLA, L. "Facinas en la provincia de Cádiz". Rev. Amigos de Hacinas, nº 57. Año XIII. IV Trimestre. 1992. Hacinas, Burgos. pp. 24 y 25. Este artículo es fruto de una visita a Facinas del Hno. Ponciano y el Hno. Leandro Olalla, en el verano de 1991. A propósito de la similitud de las grafías, Olalla plantea la supuesta llegada de repobladores desde Hacinas a Facinas. Acerca del topónimo Hacinas dice: "Porque claro, en los años de la conquista de Tarifa el nombre de nuestro pueblo se escribía FACINAS y se pronunciaría con hache más o menos aspirada. La evolución del topónimo Hacinas está documentado en primer lugar el año 1136 como FASCINAS; en el siglo XIII-XIV, FACINAS. Ahora HACINAS. La misma evolución de la palabra latina fascina, montón de haces, de fasces, haz, ahora hacina". Como complemento a dicha hipótesis y más recientemente (Rev. Amigos de Hacinas, nº 94. Año XXIII. I Trimestre de 2002. p. 36), el Sr. Presidente de la Asociación Amigos de Hacinas, D. Ángel Ruiz Garrastacho, dice: "[...] Hacinas nace a la historia como Facinas en el siglo X, en la época de la repoblación de Castilla, en el ámbito del Fuero de Salas de los Infantes en torno al poema de los Siete Infantes de Lara. Su nombre evoluciona de forma lógica a Hacinas. Para Facinas (Cádiz) pienso como hipótesis que bien pudiera ser su nombre llevado de Castilla a la zona de Tarifa en el avance reconquistador de Alfonso XI en el siglo XIV".
(8) CUESTA ESTÉVEZ, G. J. Opus cit. Nota 1. p. 113; ACIÉN ALMANSA, M. A. "Poblamiento indígena en al-Andalus e indicios del primer poblamiento andalusí". Al-Qantara, XX. 1999. p. 57.
(9) SECO DE LUCENA PAREDES, L. Topónimos árabes identificados. Universidad de Granada. 1974. p. 42.
(10) MENÉNDEZ PIDAL, R. Toponimia Prerrománica Hispana. Ed. Gredos. Madrid, 1968. p. 130. Nos dice que la grafía antigua era Fauçena.
(11) PEINADO SANTAELLA, R. La repoblación de la tierra de Granada: Los Montes Orientales (1485-1525). Granada, 1989. p. 258.
(12) ASENJO SEDANO, C: Toponimia y antroponimia de Wadi As, siglo XV. Excelentísima Diputación Provincial de Granada. Granada, 1983. p. 26.
(13) Cuesta Estévez menciona dicho lugar, el Arroyo de Facinilla. Pero sólo apunta la posibilidad de una relación similar para Tapatana y Tapatanilla (Opus cit. Nota 1. pp. 113 y 114). Cerca del arroyo hemos observado restos de un pequeño enclave, pero hispanomusulmán, en un lugar llamado el Marjal según un vecino de Facinas.
(14) TOPPER, U. y TOPPER, U. Arte rupestre en la provincia de Cádiz. Cádiz, 1988. p. 38.
(15) Hamo Sasson hace referencia a este hecho ("Las tumbas excavadas en la roca en el Campo de Gibraltar". Almoraima, nº 9. Actas de las II Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar. Algeciras, mayo de 1993. pp. 191-198; y Almoraima, nº 10. Noviembre de 1993. pp. 21-30). Por su parte, dice no haber hallado nunca fragmentos de cerámica romana en las cercanías de ninguna tumba. Efectivamente, los pequeños fragmentos cerámicos que a veces existen en sus alrededores están tan erosionados que es imposible sacar alguna conclusión. En ese mismo trabajo Sasson menciona algunas de las tumbas antropomorfas existentes en los alrededores de Facinas.
(16) No puede obviarse que la escasa presencia de losas de arenisca en las cercanías de las tumbas está estrechamente relacionada con la reutilización de las mismas como material de construcción. En una necrópolis del término municipal de Tarifa hemos documentado losas de arenisca sólo junto a cuatro de las diez tumbas que la forman. De ahí que se plantee la idea del uso de materiales distintos para su cerramiento, que por otra parte se desprende de las notas de Romero de Torres. Hemos sacado este último aspecto a colación porque junto a la cronología el saber cómo se cubrieron ha marcado el debate sobre dichas tumbas. Aunque ya Antonio Moreno Carrillo publica algunas fotografías de losas completas ("Nueva aportación a la investigación de las tumbas neolíticas del Campo de Gibraltar". Almoraima, nº 10. Algeciras, noviembre de 1993. pp. 31-34).
(17) ARIAS, G. Repertorios de caminos de la Hispania Romana. Madrid, 1987. pp. 483-486.
(18) CORZO SÁNCHEZ, R.; TOSCANO SAN GIL, M. Las vías romanas de Andalucía. Sevilla, 1992. pp. 78.
(19) Sobre el discurrir de dicha vía Cuesta Estévez interpreta los tramos empedrados que observa en el Arroyo de Bugones como los correspondientes al desvío hacia Baelo, que cruzaría el río Almodóvar cerca de o por la Pasada del Mojón. Nosotros hemos observado un empedrado que cruza el Arroyo de Bugones, pero de sur a norte. Pertenecen sin lugar a dudas a un camino procedente de Algeciras que bordearía el Cerro de Torregrosa por el noreste, pasando por la pequeña meseta donde hoy se encuentran las naves del Pedregoso. Lo que ocurre es que continuando el carril actual hacia el lugar conocido como Cortijo del Lobete o El Lobete, se pueden ver de vez en cuando otros tramos empedrados (a veces ambos caminos se yuxtaponen). Tras cruzar dicho carril por primera vez el Arroyo de los Toriles y con una dirección suroeste-noreste, se observa un tramo empedrado de más de un centenar de metros que puede seguir rastreándose a duras penas dirigiéndose hacia la vertiente este de la Loma de la Carrera del Turco, tras pasar junto al Cortijo del Lobete.
Probablemente tanto el Cerro de los Castillejos al que se refiere Cuesta Estévez en el mismo trabajo como la denominación de esta loma, están relacionados con el camino. Por su dirección da la impresión de dirigirse a Zanona y ser un camino distinto al seguido por Idrisi. Vemos en el Mapa itinerario postal de España de Iznardi y Curanta e Ichazu de 1856, como el camino de Algeciras a la Laguna pasa por un lugar llamado Cortijo de la Loba, que relacionamos con el Cortijo del Lobete. Por su parte, los tramos empedrados que se observan desde este lugar en dirección a Zanona podrían corresponder a una vía alternativa para dirigirse desde Tarifa a Alcalá de los Gazules, mencionada indirectamente en 1744 (JURADO SÁNCHEZ, J. Caminos y Pueblos de Andalucía. Colección Galaxia. Sevilla, 1989. p. 47). En cualquier caso la existencia de un yacimiento asociado a tumbas antropomorfas excavadas en la roca al norte del Lobete, puede ser un indicio de que este camino mencionado en 1744 se dibuja al menos en la Antigüedad Tardía.
Es lógico pensar que un camino posterior siga a grandes rasgos el trazado de una antigua calzada romana. El problema está en discernir a qué momento pertenecen los empedrados. Por su parte, el hecho de que no se observe ningún empedrado hacia la Pasada del Mojón, puede ser indicativo de que se trataba de un camino terrizo y no una calzada empedrada, lo que apoyaría quizás la hipótesis de Gonzalo Arias en cuanto al discurrir de la Vía Heráklea.
Es indudable que un desvío hacia Facinas desde una supuesta vía procedente de la Bahía de Algeciras, ha de estar poco después de bordear el Cerro de Torregrosa. La duda es si dicho desvío pasa por el lugar apuntado por Cuesta (La Pasada del Mojón) o si el camino hacía un recorrido similar al que realiza actualmente la carretera comarcal CA-221 entre el mencionado Cerro de Torregrosa y Facinas.
Facinas se encuentra en el extremo suroccidental de las Cordilleras Béticas, en la falda noroeste de la Sierra de Saladaviciosa, que junto a las sierras de Fates y Enmedio forma una cadena montañosa situada en el corazón del T.M. de Tarifa; y de cara a la depresión de la hoy desecada Laguna de la Janda.
Las evidencias más antiguas (hachas de mano, cuchillos, etc), indican que este territorio es recorrido y habitado por bandas de homínidos desde el Paleolítico Inferior (hace unos 18.000 años). De este periodo se encuentran pinturas rupestres en las proximidades de la localidad, concretamente en la Cueva de las Palomas I y en la Cueva del Moro.
Pinturas en la Cueva de las Palomas I
Posteriormente (Edad de los Metales), estos antiguos pobladores levantaron en Facinas sus construcciones funerarias y culturales, conservándose en la actualidad tres dólmenes y un menhir.
De la época romana tenemos el nombre del pueblo, Facinas, que deriva bien del latín “Fascinas” (montón de haces de trigo), bien del nombre propio “Faucius” o “Faucio”, al que añadido el sufijo –ana significa “propiedad privada perteneciente a Faucio”. Existen a su vez varias tumbas labradas sobre arenisca, muy comunes en la región, pertenecientes a los momentos finales de este Imperio.
Tumbas antropomorfas
La referencia escrita más antigua que se conoce data de 1154, cuando el geógrafo ceutí Al Idrisi menciona entre Algeciras y Medina Sidonia la alquería Faisana “con zoco y una población considerable”. Dos siglos más tarde (1344), Alfonso XI habla en el “Libro de la Montería de los Vallejos” de Feçina.
En la Edad Moderna, existe un documento de 1759 donde dice que “la capilla o ermita presenta una situación ruinosa”. Reedificada en 1830, pasará a denominarse a partir de entonces Iglesia de la Divina Pastora. Adquirió su independencia como parroquia en 1943, quedando desvinculada de la Iglesia Mayor de San Mateo de Tarifa.
Fachada Iglesia Divina Pastora (S. XVIII) Molino de Agua (S. XIX)
Durante el siglo XIX, la explotación de los recursos de los montes públicos y los grandes latifundios atrajeron a un buen contingente de jornaleros a la zona. Destacó la producción de trigo con el que se amasaba el pan “macho”, llamado así por su color oscuro, en los molinos maquilleros (aprovechan la fuerza del agua que cae por una atarjea), de los que no funcionan en la actualidad ninguno de los seis existentes.
Desde que se tienen datos históricos en la época contemporánea, Facinas ha sido una aldea perteneciente al Ayuntamiento de Tarifa, por lo que fue administrada por esta tanto política como económicamente. En Diciembre de 1990 se constituyó como Entidad Local Menor, adquiriendo cierta autonomía del Ayuntamiento matriz. Desde ese momento el pueblo elige a su representante y a través de una Junta Vecinal se tiene la posibilidad de participar en las decisiones que repercutan en su desarrollo.
Facinas ha sido un pueblo de tradición eminentemente agroganadera, en la actualidad los principales ejes de su economía son la hostelería, la construcción y las diversas labores de mantenimiento y explotación de los montes públicos (leña y corcho) del P.N. de los Alcornocales; teniendo una apuesta importante por el turismo, tanto rural como costero.
Sobre los orígenes históricos de Facinas
Juan José Álvarez Quintana
INTRODUCCIÓN
La inexistencia de investigaciones sobre el pasado de Facinas contribuyó al surgimiento de dos hipótesis acerca de su nacimiento, atribuido bien a los repobladores cristianos llegados tras la toma de Tarifa, bien a ciertos temporeros malagueños que acabarían asentándose y fundando el núcleo (1).
No obstante, a raíz de la labor realizada por Gaspar Cuesta Estévez a comienzos de los años noventa (1), se observa un enriquecimiento notable de este panorama. Él se ocupa de dos topónimos estrechamente relacionados con la población: el propio nombre de ésta y el que recibe el sector "más horizontal" de la misma: Vico. Basándose en la etimología de este último Cuesta apunta la presencia de población en el lugar ya en la Antigüedad. Propuesta que complementa por la cercanía a una vía clásica procedente de Algeciras y más concretamente al desvío de la misma que se dirigía a Baelo Claudia.
Por su parte, al analizar el topónimo Facinas presenta dos referencias al lugar en documentos datados en 1154 y 1344 (obras del ceutí Al Idrisi y Libro de la Montería de Alfonso XI respectivamente), referencias a partir de las cuales se abren unas perspectivas de sumo interés. Se contempla de un lado la existencia de un enclave medieval anterior a la reconquista de Tarifa. De otro, podemos inferir que la reconquista no ocasiona la despoblación del núcleo al menos hasta 1344.
Este breve pero alentador discurso es el motor de un trabajo que venimos confeccionando en los últimos años. No obstante, en estas páginas nos centraremos exclusivamente en aquellos indicios a partir de los cuales podemos situar hoy día los orígenes históricos de la población (2).
Abordar el análisis de los documentos medievales y especialmente la problemática existente en torno a la relación de Facinas con la alquería idrisiana, ha sido una labor ardua cuyos resultados esperamos presentar en breve.
LA ANTIGÜEDAD: VICO Y FACINAS
A diferencia de lo que ocurrirá en la Edad Media, no contamos con ninguna referencia documental a la población para este momento. Los elementos a partir de los cuales se ha apuntado la existencia de población en el lugar durante la Antigüedad, son los presentados y estudiados por Gaspar Cuesta Estévez. El filólogo tarifeño ve en Vico un indicio en cuanto a la existencia de "algún tipo de poblamiento romano, visigótico o mozárabe", estableciendo una relación directa con una de las modalidades de poblamiento rural romano: el vicus. Aunque todavía no se han realizado trabajos arqueológicos mediante los cuales contrastar sus hipótesis como él mismo plantea, creemos que existen elementos toponímicos y arqueológicos capaces tanto de apoyar su viabilidad como de abrir nuevos caminos a la investigación.
Comenzando con la toponimia, un refrendo a estas propuestas lo encontramos en las palabras de quienes han apuntado el origen latino del topónimo Facinas. El propio Cuesta Estévez se pronuncia al respecto (3), tal y como previamente hicieron Amado Alonso (4) y García de Diego López (5). La posible existencia en ese caso de dos topónimos que tienen su origen en la Antigüedad (Vico y Facinas) y que designan a solares yuxtapuestos, nos ha llevado a barajar diversas hipótesis. Pero antes de plantearlas vamos a realizar algunas precisiones en torno al origen del topónimo Facinas.
Juan Quero González (6) lo hace derivar de hacina (haz de trigo) y apunta como grafía correcta "Fascina". Cuesta se hace eco de dicha hipótesis, proponiendo como teoría más lógica la derivación a partir de "FASCINAS" (montones de haces de trigo). Estos planteamientos, aun con toda su coherencia, creemos que están doblemente condicionados por la relación que estableció el Hno. Leandro Olalla entre Facinas y el pueblo burgalés Hacinas (7). Así, tras cotejarse ambas propuestas (en cuanto al étimo de los topónimos) y reforzarse por tanto la idea de Juan Quero, parecen desestimarse otras alternativas. Por otra parte, detrás del eco de tal hipótesis puede existir una clara intencionalidad de relacionar el étimo del topónimo y el nacimiento de la población, con la importancia de la agricultura cerealista y la actividad panadera en Facinas, fosilizada la del pasado en la existencia de cinco molinos de agua ya abandonados.
Dejando por tanto a un lado estos elementos que consideramos condicionantes, decidimos buscar otras alternativas al étimo apuntado por dichos autores, hallando una respuesta distinta al establecer una hipotética relación entre la terminación del topónimo Facinas y el sufijo -ana (8), que en latín denota pertenencia o posesión. En esta línea cabía pensar que el origen del topónimo se encontraba en un antropónimo y rastreando la suerte de topónimos similares hallamos dos casos en la provincia de Granada. El primero de ellos nos lo ofrece Seco de Lucena Paredes (9), quien recoge el topónimo "Faucena" (cortijada del término municipal de Iznalloz). Este autor se limita a decir que es versión árabe de otro anterior, siendo Menéndez Pidal quien al tratar dicho topónimo reproduzca la idea de Schulze de ver su origen en el antropónimo "Faucius" (10). Peinado Santaella nos ofrece las distintas grafías con que aparece en documentos medievales y modernos, siendo de gran interés en relación al caso que estamos estudiando: Faucena, Fauzina, Favzina, Fazina y Fanzina (11). El segundo de los topónimos granadinos en cuestión es "Faugena". Asenjo Sedano, quien lo hace derivar de "Faucius", apunta como su grafía antigua era "Fauçena" (12).
La investigación sobre el origen del topónimo Facinas, nos lleva pues a situar el étimo en el antropónimo "Faucius" (circunstancia que hacemos extensible al caso de Hacinas). En este u otro contexto, está claro que la conservación de la f-inicial se debe a que la llegada de los cristianos a la región no se produjo hasta finales del siglo XIII.
¿Hubo dos núcleos poblacionales de hispanorromanos en el solar que ocupa hoy Facinas, como puede pensarse ante la existencia de dos topónimos latinos? La respuesta a esta cuestión no es nada fácil, porque si de un lado la arqueología aún no ha comenzado a incidir en la investigación, de otro nos estamos moviendo en dos planos temporales distintos: nuestro presente, totalmente concreto y el "pasado", sin que puedan realizarse mayores precisiones.
La existencia de dos topónimos relativos a lugares muy cercanos, nos lleva a pensar sin embargo en una relación de complementariedad: ¿acaso han quedado fosilizadas dos dimensiones de una misma realidad, la parte material del asentamiento (a la que haría alusión el topónimo Vico) y la denominación de dicho enclave (derivación de la cual sería el actual nombre del pueblo)?
Si bien no es posible abordar esta hipótesis desde la certeza de la sincronía, es muy interesante observar la relación espacial que se percibe hoy día. Actualmente el topónimo Facinas se solapa al de Vico. Por ello, si la relación propuesta realmente existía en la Antigüedad, la dislocación espacial actual sería el reflejo de un traslado poblacional junto al cual se produjo el traslado de la propia denominación del asentamiento original.
¿Puede perfilarse en cualquier caso el carácter de este supuesto enclave original a la luz de la toponimia? Cuesta Estévez plantea una clara posibilidad al respecto cuando habla de la existencia de un vicus. Ciertamente podríamos estar ante un vicus cuya denominación hiciese referencia a su fundador (vicus Fauciana) y situado en uno de los pagus de Baelo Claudia.
El vicus es una modalidad de poblamiento menor de la que se han diferenciado varios tipos partiendo de la Historiografía clásica. De tal modo, es muy difícil precisar el carácter de un núcleo como el que estamos intentando analizar sin contar con fuentes escritas referidas al mismo. El tamaño de un vicus podía ser muy variable, pudiendo tratarse bien de una agrupación de casas, bien de un poblamiento más o menos disperso.
La conservación del topónimo Vico puede indicar que efectivamente no se trataba de una villae dentro de un fundus o propiedad privada, hipótesis esta que sí podría barajarse a la luz de la existencia del topónimo "Arroyo de Facinilla" a unos 1.500 m. del pueblo (13). ¿Procede la denominación de este arroyo del nombre de una villae cercana y enclavada en el fundus de Faucius?
Volviendo a la cuestión de Facinas y Vico, existen indicios arqueológicos muy interesantes que avalan la presencia de hispanorromanos en el lugar: las tumbas antropomorfas talladas en arenisca. Uwe Topper (14) relaciona tales estructuras con el arte rupestre. Nosotros sin embargo no creemos que exista una relación más allá de la proximidad espacial ciertamente detectable en algunos casos. Hablar de una relación temporal y cultural sobre la base de la proximidad, es negar que en un territorio quedan plasmadas las huellas de gentes y culturas distintas. ¿Cómo se explicará si no dentro de mil años la presencia de restos del presente en las ruinas romanas de Casas de Porro sobre las que aparcan los windsurfistas? Si es que para entonces se conservan, claro.
Estas sepulturas no pueden relacionarse por más tiempo con una coyuntura que no sea la crítica que envolvía al imperio romano de Occidente. Romero de Torres dice haber hallado cerámica romana en algunas de estas sepulturas (15) y es probable que en ocasiones se cubrieran con tégulas (16). Lo cierto es que su presencia en las cercanías de Facinas supone de entrada un complemento a la hipótesis de la existencia de un poblamiento durante la Antigüedad en el lugar, llámese en este caso concreto tardorromano, visigótico, de la Antigüedad Tardía, Tardo-antiguo o Alto-medieval.
La ubicación de dichas tumbas resulta muy interesante, porque sólo una de ellas se halla cercana a Vico. El resto se encuentran diseminadas en los comienzos de la falda de la sierra, cuando junto a la más próxima a Vico existen rocas aparentemente aptas que no se trabajaron. Este hecho puede reforzar la hipótesis de un traslado poblacional previo a la llegada de los musulmanes. El problema es que la distancia que separa a estas tumbas de los asentamientos con los que pueden relacionarse es muy variable y por tanto no puede plantearse con total garantía que estas estructuras denoten una ocupación poblacional anterior a la llegada de los musulmanes en la parte superior de la falda de la sierra. Es decir, habría que demostrar la existencia de otros usos en este sector más allá de las actividades funerarias y agropecuarias durante los siglos de dominio romano. No obstante, tanto la búsqueda de mejores defensas naturales como la progresiva implantación de economías autárquicas, son circunstancias que pueden explicar la aparición de este tipo de hábitat más serrano a finales de la Antigüedad.
Otro punto destacado a la hora de hipotetizar la existencia de un enclave clásico en Facinas, elemento que contempla Gaspar Cuesta Estévez a la hora de formular su hipótesis sobre Vico, es el discurrir de la calzada romana de interior procedente de la Bahía de Algeciras. Para Gonzalo Arias se trataría de la vía Heraklea o vía VI del Itinerario de Antonino (recopilación de caminos que data de la última década del siglo III d. C.). Según este investigador discurriría al norte de las sierras de Saladavieja, Ojén y Luna (17), continuando luego en dirección norte. Desde dicha vía saldrían empalmes para Baelo y Mellaria, circunstancia en la que se apoya Cuesta Estévez para contrastar su hipótesis.
Frente a dichos investigadores Ramón Corzo Sánchez y Margarita Toscano San Gil (18) opinan que la vía VI discurre cerca de la línea de costa. No obstante, contemplan la existencia de una calzada interior procedente de Algeciras y sitúan como Gonzalo Arias un cruce de caminos cerca de Facinas (19).
En definitiva, la cercanía del núcleo a la vía de comunicación es ciertamente un elemento clave para comprender la existencia de un vicus antes que una villae, en el lugar hoy llamado Vico. ¿Pero es una circunstancia que amortigua per se el impacto de una hipótesis alternativa a la expresada sobre la existencia de dos topónimos de etimología latina y según la cual cabría contemplar la existencia paralela de un vicus cuyo nombre no ha llegado a nuestros días y de una villae situada en la parte superior de la falda de la sierra, cuya denominación hacía referencia al titular del fundus en el que se encontraba (Faucius = Fauciana)?
En el futuro habrá que desestimar pues una de estas dos posibilidades en torno al carácter del poblamiento durante la Antigüedad:
1.- Existencia de un núcleo original en Vico cuya denominación hacía referencia a su fundador y localizado dentro de un pagus que comprendía un enclave menor cerca del Arroyo de Facinilla.
2.- Coexistencia de un vicus de nombre desconocido localizado en Vico y de un fundus cercano cuyo centro era la "villae Fauciana" pero que comprendía al menos una villae de menores dimensiones (Faucianilla).
La hipótesis del traslado poblacional está supeditada a la opción que habrá de validarse. No obstante, es lógico pensar que cuando estemos en disposición de contrastar estas hipótesis habrá que tener en cuenta condicionantes que hoy día no pueden barajarse sin correr el riesgo de caer en divagaciones imprecisas.
CONCLUSIONES
Hemos visto que las evidencias más antiguas acerca de la presencia de población en época histórica, hay que buscarlas efectivamente en la toponimia menor a falta de estudios de carácter arqueológico. Sólo desde la Arqueología podremos conocer la forma de vida de estos antiguos pobladores del entorno y, sin duda, llegar a saber si realmente se trataba de una fundación ex novo o por el contrario existía un enclave indígena en el lugar.
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA
(1) CUESTA ESTÉVEZ, G. J. "Notas sobre microtoponimia del término de Tarifa (con valor histórico y arqueológico)". Actas de las II Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar. En Almoraima, nº 9. Mayo 1993. pp. 111-121.
(2) Agradezco a mi amigo José Antonio Pomares Valencia el impulso para sentarme de una vez por todas y crear un discurso más o menos coherente sobre la materia. Algunas de las hipótesis expuestas tanto aquí como en futuros trabajos, nacieron tras horas de desesperantes debates entre ambos debido al enorme componente especulativo de los contenidos. Y como no podía ser de otra forma quiero expresar mi sincero reconocimiento a Gaspar Cuesta Estévez. No es difícil ver en los caminos abiertos por sus trabajos el origen de muchas de las hipótesis que se expondrán tanto en estas como en otras páginas.
(3) CUESTA ESTÉVEZ, G. J. Opus cit. Nota 1. p. 115.
(4) AMADO ALONSO. "Las correspondencias arábigo-españolas en los sistemas de sibilantes". Revista de Filología Hispánica, nº VIII. Buenos Aires, 1946. p. 56. Habla de la conservación del término romano en boca de hispanomusulmanes.
(5) GARCÍA DE DIEGO LÓPEZ, V. Toponimia de la zona de Jerez de la Frontera. Publicaciones del Centro de Estudios Históricos Jerezanos. Jerez, 1972. En la página 59 dice: "Estimamos mozárabe la conservación de la f- (inicial), así: Facinas...".
(6) QUERO GONZÁLEZ, J. FACINAS. Historia de Facinas y campiña de Tarifa, según Juan Quero. Tarifa, 1997. pp. 31 y 32. Aunque dicha hipótesis ya la observa en la década de los ochenta, según vemos en estas páginas. Es esta obra un entrañable discurso, en el que la propia vida del autor se nos antoja capítulo de la Historia de Facinas.
(7) OLALLA, L. "Facinas en la provincia de Cádiz". Rev. Amigos de Hacinas, nº 57. Año XIII. IV Trimestre. 1992. Hacinas, Burgos. pp. 24 y 25. Este artículo es fruto de una visita a Facinas del Hno. Ponciano y el Hno. Leandro Olalla, en el verano de 1991. A propósito de la similitud de las grafías, Olalla plantea la supuesta llegada de repobladores desde Hacinas a Facinas. Acerca del topónimo Hacinas dice: "Porque claro, en los años de la conquista de Tarifa el nombre de nuestro pueblo se escribía FACINAS y se pronunciaría con hache más o menos aspirada. La evolución del topónimo Hacinas está documentado en primer lugar el año 1136 como FASCINAS; en el siglo XIII-XIV, FACINAS. Ahora HACINAS. La misma evolución de la palabra latina fascina, montón de haces, de fasces, haz, ahora hacina". Como complemento a dicha hipótesis y más recientemente (Rev. Amigos de Hacinas, nº 94. Año XXIII. I Trimestre de 2002. p. 36), el Sr. Presidente de la Asociación Amigos de Hacinas, D. Ángel Ruiz Garrastacho, dice: "[...] Hacinas nace a la historia como Facinas en el siglo X, en la época de la repoblación de Castilla, en el ámbito del Fuero de Salas de los Infantes en torno al poema de los Siete Infantes de Lara. Su nombre evoluciona de forma lógica a Hacinas. Para Facinas (Cádiz) pienso como hipótesis que bien pudiera ser su nombre llevado de Castilla a la zona de Tarifa en el avance reconquistador de Alfonso XI en el siglo XIV".
(8) CUESTA ESTÉVEZ, G. J. Opus cit. Nota 1. p. 113; ACIÉN ALMANSA, M. A. "Poblamiento indígena en al-Andalus e indicios del primer poblamiento andalusí". Al-Qantara, XX. 1999. p. 57.
(9) SECO DE LUCENA PAREDES, L. Topónimos árabes identificados. Universidad de Granada. 1974. p. 42.
(10) MENÉNDEZ PIDAL, R. Toponimia Prerrománica Hispana. Ed. Gredos. Madrid, 1968. p. 130. Nos dice que la grafía antigua era Fauçena.
(11) PEINADO SANTAELLA, R. La repoblación de la tierra de Granada: Los Montes Orientales (1485-1525). Granada, 1989. p. 258.
(12) ASENJO SEDANO, C: Toponimia y antroponimia de Wadi As, siglo XV. Excelentísima Diputación Provincial de Granada. Granada, 1983. p. 26.
(13) Cuesta Estévez menciona dicho lugar, el Arroyo de Facinilla. Pero sólo apunta la posibilidad de una relación similar para Tapatana y Tapatanilla (Opus cit. Nota 1. pp. 113 y 114). Cerca del arroyo hemos observado restos de un pequeño enclave, pero hispanomusulmán, en un lugar llamado el Marjal según un vecino de Facinas.
(14) TOPPER, U. y TOPPER, U. Arte rupestre en la provincia de Cádiz. Cádiz, 1988. p. 38.
(15) Hamo Sasson hace referencia a este hecho ("Las tumbas excavadas en la roca en el Campo de Gibraltar". Almoraima, nº 9. Actas de las II Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar. Algeciras, mayo de 1993. pp. 191-198; y Almoraima, nº 10. Noviembre de 1993. pp. 21-30). Por su parte, dice no haber hallado nunca fragmentos de cerámica romana en las cercanías de ninguna tumba. Efectivamente, los pequeños fragmentos cerámicos que a veces existen en sus alrededores están tan erosionados que es imposible sacar alguna conclusión. En ese mismo trabajo Sasson menciona algunas de las tumbas antropomorfas existentes en los alrededores de Facinas.
(16) No puede obviarse que la escasa presencia de losas de arenisca en las cercanías de las tumbas está estrechamente relacionada con la reutilización de las mismas como material de construcción. En una necrópolis del término municipal de Tarifa hemos documentado losas de arenisca sólo junto a cuatro de las diez tumbas que la forman. De ahí que se plantee la idea del uso de materiales distintos para su cerramiento, que por otra parte se desprende de las notas de Romero de Torres. Hemos sacado este último aspecto a colación porque junto a la cronología el saber cómo se cubrieron ha marcado el debate sobre dichas tumbas. Aunque ya Antonio Moreno Carrillo publica algunas fotografías de losas completas ("Nueva aportación a la investigación de las tumbas neolíticas del Campo de Gibraltar". Almoraima, nº 10. Algeciras, noviembre de 1993. pp. 31-34).
(17) ARIAS, G. Repertorios de caminos de la Hispania Romana. Madrid, 1987. pp. 483-486.
(18) CORZO SÁNCHEZ, R.; TOSCANO SAN GIL, M. Las vías romanas de Andalucía. Sevilla, 1992. pp. 78.
(19) Sobre el discurrir de dicha vía Cuesta Estévez interpreta los tramos empedrados que observa en el Arroyo de Bugones como los correspondientes al desvío hacia Baelo, que cruzaría el río Almodóvar cerca de o por la Pasada del Mojón. Nosotros hemos observado un empedrado que cruza el Arroyo de Bugones, pero de sur a norte. Pertenecen sin lugar a dudas a un camino procedente de Algeciras que bordearía el Cerro de Torregrosa por el noreste, pasando por la pequeña meseta donde hoy se encuentran las naves del Pedregoso. Lo que ocurre es que continuando el carril actual hacia el lugar conocido como Cortijo del Lobete o El Lobete, se pueden ver de vez en cuando otros tramos empedrados (a veces ambos caminos se yuxtaponen). Tras cruzar dicho carril por primera vez el Arroyo de los Toriles y con una dirección suroeste-noreste, se observa un tramo empedrado de más de un centenar de metros que puede seguir rastreándose a duras penas dirigiéndose hacia la vertiente este de la Loma de la Carrera del Turco, tras pasar junto al Cortijo del Lobete.
Probablemente tanto el Cerro de los Castillejos al que se refiere Cuesta Estévez en el mismo trabajo como la denominación de esta loma, están relacionados con el camino. Por su dirección da la impresión de dirigirse a Zanona y ser un camino distinto al seguido por Idrisi. Vemos en el Mapa itinerario postal de España de Iznardi y Curanta e Ichazu de 1856, como el camino de Algeciras a la Laguna pasa por un lugar llamado Cortijo de la Loba, que relacionamos con el Cortijo del Lobete. Por su parte, los tramos empedrados que se observan desde este lugar en dirección a Zanona podrían corresponder a una vía alternativa para dirigirse desde Tarifa a Alcalá de los Gazules, mencionada indirectamente en 1744 (JURADO SÁNCHEZ, J. Caminos y Pueblos de Andalucía. Colección Galaxia. Sevilla, 1989. p. 47). En cualquier caso la existencia de un yacimiento asociado a tumbas antropomorfas excavadas en la roca al norte del Lobete, puede ser un indicio de que este camino mencionado en 1744 se dibuja al menos en la Antigüedad Tardía.
Es lógico pensar que un camino posterior siga a grandes rasgos el trazado de una antigua calzada romana. El problema está en discernir a qué momento pertenecen los empedrados. Por su parte, el hecho de que no se observe ningún empedrado hacia la Pasada del Mojón, puede ser indicativo de que se trataba de un camino terrizo y no una calzada empedrada, lo que apoyaría quizás la hipótesis de Gonzalo Arias en cuanto al discurrir de la Vía Heráklea.
Es indudable que un desvío hacia Facinas desde una supuesta vía procedente de la Bahía de Algeciras, ha de estar poco después de bordear el Cerro de Torregrosa. La duda es si dicho desvío pasa por el lugar apuntado por Cuesta (La Pasada del Mojón) o si el camino hacía un recorrido similar al que realiza actualmente la carretera comarcal CA-221 entre el mencionado Cerro de Torregrosa y Facinas.
Ciudades cercanas:
Coordenadas: 36°8'37"N 5°42'4"W
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